Parroquia

Desde mi llegada a la Parroquia, tuve claro que quería ser un miembro activo. Soy Iglesia también, eso lo tenía y lo tengo claro. ¿En que puedo ayudar? ¿En que puedo ser útil? Nada de "calentar bancos", lo mío no es ir a la Misa dominical y fuera. Es por eso, por lo que desde primera hora me puse a disposición de mi párroco, el cual me acogió con los brazos abiertos. Con el no sólo tenía charlas espirituales, o confesaba, sino que además el sabía que podía contar conmigo para lo que pudiera yo hacer. Y así hice. Me involucré. Ayudé en algunas cosas de la Parroquia. Un día leyendo en la Misa, otro llevando la colecta, otro encendiendo unas velas, o guardando la custodia en un armario, trasladando un ventilador de sitio, subiendo al coro para bajar las cajas del belén, barriendo la puerta, hablando con mendigos, tratando de orientarlos, de hablarles de Jesucristo, de sentarme con ellos a escucharlos. En mi mente ahora mismo hay tres personas concretas con las que tuve trato. Mi párroco me encargó subir a la Biblioteca a poner orden, y aquello que estaba muerto, con los libros por el suelo o amontonados, realicé un trabajo minucioso de orden y clasificación de todos los libros. En aquella biblioteca pasé horas, y a algunas personas les facilité libros de allí. Mi mejor recuerdo es una señora enferma, al que su hija cada vez que me ve, después de fallecer su madre, aún recuerda lo que le ayudaban esos libros a su pobre madre. Lo agradecida que me está, y el cariño que he recibido de ella, es para dar gracias a Dios. Volviendo a la Parroquia: cuantas tardes he entrado a al sacristía, encendido las luces, y comenzado a dirigir el Santo Rosario. En Cuaresma, varias veces he ayudado con el rezo del Via Crucis, leyendo desde el ambón, las estaciones o las meditaciones. Gracias a mi párroco que ha sido acogedor y me dio confianza, sentí la Parroquia como mi casa, a pesar de que no todos me han sido favorables. ¡Cuantas Misas he celebrado allí!, ¡Cuantas veces he dado la paz y me han dado la paz!, ¡cuantas veces no he tenido un momento de sentarme con alguien a preguntar como estaba, e interesarme, o por tratar de consolar a alguien que lloraba!, ¡cuantas confesiones y alivios después de ser perdonado!. Mi llegada a Radio María, fue porque estaba la sede en la Parroquia.

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